domingo, 14 de octubre de 2018

NUESTRO RELATO DE TRANSFORMACIÓN EDUCATIVA


Nosotros, quienes conformamos la Red de Unidades Educativas Ignacianas, sintiéndonos profundamente partícipes de las realidades que vivimos como ecuatorianos, contribuimos con el horizonte común de la Compañía de Jesús en el Ecuador, es decir, ratificamos que

“queremos un Ecuador con sujetos activos del desarrollo integral del país que incidan en la transformación de la sociedad desde los valores del Evangelio, sujetos compasivos y críticos, capaces de asumir su dignidad de seres humanos y de responder creativamente a los vertiginosos cambios del mundo”. (Horizonte común del Plan Apostólico de la Provincia Ecuatoriana de la Compañía de Jesús 2017-2020).

Somos conscientes de la gran riqueza natural y humana que tiene nuestro país: de la biodiversidad presente en nuestro territorio y de la diversidad cultural de nuestras comunidades, así como también de los grandes desafíos que enfrentamos universalmente como humanidad. Por ello, caminamos en la transformación educativa de nuestras instituciones, desde el carisma que nos caracteriza, como aporte a la construcción esperanzada de otra historia más humana y, por tanto, más de Dios.

“Hay que vivir en diálogo con el ancho mundo para no recluirse en el egoísmo, para no consumirse en la soledad, para no perder esa esencial condición humana que es la comunicación-comunión-participación. No podemos dejar pasar la Historia, debemos hacerla también...”. (Pedro Casaldáliga)

Para llevarla a la práctica, nos inspiramos en el Congreso Internacional de Delegados de Educación de la Compañía de Jesús celebrado en Río (2017)

“Estamos llamados a un discernimiento genuino en continuidad con nuestra herencia espiritual para responder creativamente a los desafíos de nuestro mundo y las nuevas generaciones que asisten a nuestros colegios. Somos conscientes que nuestra tradición nos llama a participar en una conversación continua sobre los mejores medios para servir a nuestra misión actual, que debe reflejarse en la renovación y la innovación en nuestros colegios y modelos pedagógicos.

Todo esto necesita llevar a nuestros colegios a usar la imaginación ignaciana para proponer e implementar mejores prácticas educativas que realmente puedan encarnar la excelencia humana de nuestra educación y transformar a nuestros estudiantes, nuestras sociedades y a nosotros mismos.”

 Este proceso de discernimiento fue ya iniciado corporativamente en la RUEI. En él, hemos considerado tanto nuestro contexto como país, los desafíos del mundo actual, la tradición educativa de la Compañía de Jesús, así como el trabajo que ya venimos realizando en nuestros centros.

Nuestra respuesta a este discernimiento nos reta a avanzar en la transformación educativa de nuestras instituciones que convierta en realidad el modelo de persona que hemos definido conjuntamente y los impactos que queremos alcanzar y que los iremos evaluando periódicamente.

En tal virtud, afirmamos que:
  1. En los próximos cinco años queremos innovar y replantear nuestras prácticas pedagógicas y procesos de gestión escolar, aprovechando la tradición, la innovación ya realizada, los aprendizajes alcanzados, la formación en curso y el impulso educativo de la RUEI, para hacer realidad en nuestro contexto el modelo de persona que queremos educar y los impactos a conseguir.
  2. Con base en todo ello, hemos de ser capaces de renovar, con una nueva mirada puesta en el alumno, su desarrollo y crecimiento, nuestros procesos de enseñanza y aprendizaje, y poner en marcha iniciativas transversales y experiencias avanzadas de cambio que nos ayuden a hacer realidad nuestro sueño de educación ignaciana.
  3. Estas iniciativas transversales y experiencias avanzadas de cambio han de contar con los mejores medios para su consecución; por tanto, incluirán: metodologías activas de aprendizaje, el cambio de rol de docentes y estudiantes, un enfoque globalizador e interdisciplinar y la transformación de los espacios de aprendizaje (culturales, tecnológicos y físicos), promoviendo así una nueva forma de organización de nuestros centros.
Nuestra ignacianidad (la tradición educativa de la Compañía de Jesús) y el trabajo de cada unidad educativa en su contexto y en red, nos ha de permitir un intercambio permanente de experiencias que nos ayude a avanzar y nos permita ser uno de los líderes de este cambio que necesita nuestro país y que tantas comunidades escolares sueñan, y que se sintetiza en nuestro eslogan “ser más para servir mejor”, el cual refiere a la misión jesuita de transformación social a través del apostolado educativo al que nos sentimos llamados y al que hoy respondemos con generosa convicción y apertura de futuro.

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