lunes, 24 de junio de 2019

Educar a la persona desde la propia vocación

Los días 12 y 13 de junio de 2019, en la casa de retiro de Nuestra Señora de Fátima de la ciudad de Riobamba, un grupo de colaboradores de las seis unidades educativas de la RUEI participamos del taller “Vocación y liderazgo” facilitado por Xavier Aragay y Jonquera Arnó.

Su objetivo fue profundizar en los educadores con su propia vocación personal para, a partir de ello, acompañar la construcción del proyecto de vida de los estudiantes.

La propuesta metodológica del primer día fue planteada en un ejercicio fundamental: “mi presente y mi historia como educador” con el fin de reconectarnos con nuestra vocación y retomar la construcción consciente de nuestro proyecto vital. Fue un viaje a nuestro yo interior para poder explorar la esencia de nuestra existencia, volver a la fuente, al amor primero de nuestra vocación de educadores. Todo este viaje espiritual se dio en un ambiente de oración, deteniéndonos en aquellos hitos que han sido decisivos en nuestra historia vocacional, de sensibilizarnos ante la experiencia compartida de los compañeros, y escribiendo nuestros relatos personales. Este ejercicio nos condujo a ratificar que lo más importante de nuestras vidas para cumplir con nuestra misión educativa es el cuidado de nuestro interior, pues, lamentablemente, a menudo uno descuida esta dimensión que es la que da sentido a la vida y al trabajo que se nos ha confiado. Al finalizar el día ratificamos vivencialmente que lo central de la pedagogía ignaciana es el cuidado de la persona (cura personalis).

El segundo día, la propuesta giró alrededor del liderazgo. Fue un trabajo reflexivo: ¿qué es para mí liderar desde mi vocación personal? Indudablemente que la propuesta pedagógica ignaciana necesita de personas que vivan liderando conectadas con su vocación, que sean conscientes que han nacido para transformar el mundo, que sean capaces de conectarse con los otros (construir comunidad) para estar al servicio de causas nobles que nos trasciendan.

Para hacer posible esta transformación necesitamos apelar al corazón y al proyecto vital de los educadores, invertir en crear espacios de soledad y conexión interior (tanto individualmente así como también de manera institucional). Es una tarea que nace desde nuestro compromiso como educadores ignacianos desde el horizonte común que nos invita a caminar en comunidad, en red, junto a Aquel que es el camino, la verdad y la vida.

Jonny Cedeño
U.E. Cristo Rey


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