Nuestra transformación educativa tiene razón de ser y sentido en el aporte que podemos hacer a la transformación del mundo en el que vivimos. Un mundo en donde todas y cada una de las personas vivan con la dignidad propia que le es inherente: reconciliadas consigo mismas, con las demás, con la naturaleza y con Dios que nos ha dado a la creación como casa común y lugar de realización.
Este Modelo de persona que deseamos formar está constituído por 7 rasgos (R), organizados alrededor de las 4C de la excelencia humana. Cada uno de los rasgos, además de contar con una definición, tiene explicitados unos impactos de comportamiento (T), comprensión (S) y marco mental (M) que se constituyen en criterios susceptibles de evaluación.
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